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“Asumo la cotidianeidad, lo banal, la ironía, lo lúdico, la alegría y diversión. Imágenes soñadas, cotidianas, obvias con sabor a kitsch que me confirman que la pintura es simplemente un acto de fe”
Feliciano Centurión
El mismo año en que comencé a frecuentar la escena artística local, Feliciano Centurión fallecía. Reconozco no haber oído hablar de él con anterioridad. La primera noticia de su existencia fue a través de una pequeña videoinstalación de Marcos Benítez del año 1997, en la que se desarrolla la profusa correspondencia entre ambos artistas. Posteriormente, algunas piezas suyas vistas en el Museo del Barro, terminaron por hacerme entender la enorme importancia de su obra.
Si bien, su trabajo era más bien conocido y apreciado por el pequeño círculo de artistas, críticos y amigos locales que lo frecuentaron, fue en Buenos Aires, ciudad en la que vivió y se formó, donde tuvo mayor reconocimiento. Fue parte del grupo activo entorno al Centro Cultural Rojas, epicentro de una de las movidas artísticas más importantes de los años ochenta y noventa.
Hoy, sin embargo para nosotros, su obra está más vigente que nunca. Sus experiencias estéticas con historias íntimas, afectivas; el uso de materiales y lenguajes populares y -tal vez lo más importante- el potente discurso presente en sus exploraciones acerca de la identidad queer , hacen de su obra una sumamente contemporánea, política. Me atrevo a decir, un manifiesto.
No menos relevantes son sus reflexiones personales sobre la enfermedad que terminaría tempranamente con su vida. Él supo, en ese momento, que la sufriría tanto física como socialmente, y decidió hacer con esa experiencia “obra de arte”.
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Durante la infancia, la “manta de seguridad” es un objeto terapéutico que sirve como transición de un estadío a otro. En el caso de la obra de Feliciano, el tránsito entre las mantas de gran formato a las más pequeñas tenían que ver claramente con aquella transición entre la vida plena y su final, o con eso que a veces podemos vislumbrar en un relámpago, pero siempre nos será inescrutable.
En fin, Feliciano Centurión tuvo el coraje de asumir, con un lenguaje cotidiano, intimista, todas esas realidades, y lo hizo con la fuerza poética de una práctica artística honesta, sublime. Logró, como pocos, aquello que muchos seguimos aún buscando obstinadamente en el arte: algo tan simple y hermoso como un acto de fe.
Fredi Casco, mayo de 2020
Fundación Texo
PRESIDENTE
José Daniel Nasta
DIRECTORA EJECUTIVA
Vivianna Dioverti
DIRECTOR ARTÍSTICO
Fredi Casco
DIRECTORES
Martín Nasta Bittar
Rodrigo Nasta Bittar
José Lledó
COORDINADOR DE
PROGRAMAS
Stefan Knapps
Exposición Feliciano
CURADURÍA
Fredi Casco
EXPOGRAFÍA Y MONTAJE
Elefante Mental: Javier Palma,
Jimena Riso, Mauricio Bazán,
Giuliano Ferro
DISEÑO Y COMUNICACIÓN
Nasta: Lujan Loizeau, Sara Cogliolo,
Martín Vega, Fuh Bobadilla, Horacio López, Dulce Cabrera, Ruth Ayala, Cinthia Portillo
AGRADECIMIENTOS
CAV / Museo del Barro
Verónica Torres
Graciela Mayor
Claudia Casarino
Mónica González
José Luis Arias